Cosas de la Vida #1: Paradójicamente…

Moe Imouto

Definitivamente, las mujeres son una vaina arrecha. Uno nunca sabe qué están pensando en realidad, sin importar qué tan diestro sea uno en el arte de descifrar el lenguaje corporal. Es una vaina arrecha. A veces la actitud de las mujeres me deja perplejo, otras satisfecho y en otras ocasiones, molesto e irritado. Uno podrá estar con ellas un viaje de horas al día, compartir el mismo ambiente, y sin embargo, no saber casi nada de ellas.

¿A qué viene este statement de mi parte ahora? Bueno, desde hace un tiempo he querido publicar esto, comentarlo con alguien, desahogarme, gritarlo a los cuatro vientos, pero en vistas de que mi círculo social íntimo y cercano consta de sólo 2 personas (3, si contamos a una «fantasma»), con las cuales es raro que tenga contacto frecuente, he tenido que reprimir un poco las ganas de hacerlo. Pero no más! Ya me obstiné! Me es irrelevanta quien lea esto, sea conocido o no, o si es la persona a quien mencionaré indirecta y anónimamente a continuación.

Para ser sincero,(y para empezar), desde hace un tiempo he tenido predilección por las mujeres a la hora de entablar conversación. No sé, simplemente me gusta más hablar paja con una mujer que con un hombre. ¿Por qué? Simplemente porque puedo encontrar temas más interesantes de los cuales hablar, aparte de carros, videos y tetas. Hablar de animé, videojuegos, porno o cualquier estupidez técnica ha pasado a ser algo aburrido, soso. Prefiero hablar de cosas filosóficas, chismes, sandeces y demases que sólo una mujer puede inventarse, sin necesidad de estar predispuesto a la femeneidad que rodean dichos temas y a sus interlocutoras. Además, siempre he encontrado fascinante la manera en que las mujeres expresan sus sentimientos y puntos de vista (por nada he vivido casi toda mi vida rodeado de mujeres).

Ahora bien, hay que admitir que es difícil encontrar a una mujer con la cual, en primer lugar, tengas una química para sólo hablar paja sin cansarse. Me corrijo, es difícil encontrar una tipa con la cual hacer química en primer lugar, aun así sea en grado mínimo. Por ejemplo, está esta «amiga de universidad» (un cruce entre amiga y compañera de estudios: no es muy íntima la relación, pero tampoco es «de pana encompinchada»). Por cosas de la vida nos asociamos, e «hicimos química» (entre comillas porque estas alturas todavía no sé la cantidad o calidad). La chama es sexy, simpática e inteligente, y andamos pa’ arriba y abajo juntos todo el tiempo (aun cuando en este semestre coincidimos en 3 de 5 materias). Ahora bien, la «predilección» que antes tenía por mí se ha desvanecido gradualmente (o esa es la impresión que tengo). Antes eran abrazos, besos, etc. Un «Chrissss!!», un saludo cariñoso, un guiño. Cosas por el estilo. Ahora, un trato casual, a veces casi formal, una señal de afecto ocasional, y una pared que se levanta un día, sólo para caer a medias el otro y volver a ser levantada con desgane ocasional, para continuar un círculo casi vicioso.

Y sin embargo, seguimos juntos, pa’ arriba y abajo, casi todo el tiempo. A veces me es difícil discernir entre la inercia y la rutina. A veces pienso que ambas cosas pasan, y a veces no. A veces su postura es de indiferencia; a veces es de apoyo. A veces su rostro indica fastidio, y en otras atención incondicional. Alegría, molestia. Lejanía y cercanía. A veces tiene más preferencia por otro, a veces por mí. A veces me habla abiertamente de los detalles de su vida, y en otras ocasiones se cierra como una caja fuerte. Una paradoja constante. Y es esta paradoja la que me tiene perplejo. Desde un punto de vista muy amplio, general y panorámico, nuestra relación ha pasado a tener el lineamiento de una relación de pareja luego un buen tiempo (años): rutina pareja. Desde un punto de vista más cerrado, geek y otaku, ella es un intento de tsundere. Y sin embargo, todavía está ella ahí, y todavía estoy yo ahí. Todavía estamos ahí, con una confianza permanentemente mutua e incondicional, y una desconfianza ocasionalmente única y esporádica. En medio de esta paradójica incertidumbre, estamos. Definitivamente, las mujeres son una vaina arrecha.

P.S: «Y sin embargo», como me encanta putear esta frase! XD

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