Catarsis Malograda (XIV) – «El venezolano sí es bruto», o algo así es que se llama este post.

NOTA: esta es otra catarsis malograda, producto de mi inconformidad y arrechera con el status quo actual. Como siempre, está llena de roña y cualquier cantidad de sandeces ininteligibles que a duras penas tienen coherencia. Estás invitado a leer y reflexionar/comentar si llegas al final… si es que llegas, porque hasta yo me ladillé de leer mientras revisaba esta vaina. Si lo lees de cabo a rabo eres mi héroe :’)
ADVERTENCIA: cálculos matemáticos en el post. Si te ladillan los números, puedes obviar la sacadera de cuentas. Si te intrigan los resultados, siéntete libre de corroborarlos. Si me he equivocado, y si quieres, me lo haces saber, pero igual no corregiré nada, este post está muy largo y me da ladilla seguir editando 🙂

Como todos, sin excepción, se habrán enterado, el dizque “presidente de la república” (todo entre comillas y en minúsculas porque ni lo reconozco como presidente ni le tengo respeto), dijo anoche en cadena nacional que ordenaría la implantación de un sistema biométrico para, en resumidas cuentas, regular la cantidad de veces que la gente iba a comprar en el supermercado, y así asegurar que todo el mundo tuviera alimentos, y evitar la especulación, y ese tipo de argumentos poco convincentes que suele exponer con su cara de severa escasez intelectual.

Este… no.

Han sido tantas los “argumentos” que ha utilizado el régimen para asegurar el “abastecimiento” de alimentos y la fulana “soberanía” alimentaria, que ya no hallan otra forma para agarrar la mierda que escupen por la boca y restregársela en la cara a la gente. Sé que no debería sorprenderme, pero todavía me parece increíble que, a estas alturas del partido, esta gente todavía intente reciclar ideas absurdas y con un nivel de factibilidad comparable a hallar un unicornio en la mierda que cago.

Si sacuden un poco el baúl de los recuerdos, hace no mucho empezaron a utilizar, en supermercados del estado, el sistema del Saime para determinar cuánto había comprado cada persona, y así regular la cantidad de veces que puede comprar un producto a la semana (no pongo links de referencia por flojera, usen Google). Esto causó mucha indignación arrechera entre los usuarios pero, como es típico del venezolano, se acostumbraron. Ya la (poca) gente que suele ir a los abastos Bicentenario no tiene mayor problema en hacer su cola para comprar sus dos botellas de aceite y su kilo de azúcar cuando llegan (si es que llegan); simplemente se quedan chismoseando, hablando gamelote y despotricando con descarada hipocresía con el vecino de cola sobre la cagada de sistema y/o gobierno que lo tiene haciendo cola (y del cual es partícipe), hasta que llega su turno.

Ahora bien, a Platanote (sigo faltándole el respeto) se le ocurrió la genial y brillantísima idea de usar los capta-huellas, como en las cagarrutas de elecciones, para, definitivamente, regular la cantidad de cualquier vaina que compre cualquier persona, y así evitar el “fraude” que cometen algunos (en realidad la “mayoría”) de los usuarios, y así asegurar el abastecimiento y toda la paja que puse en el primer párrafo. Pero pasa algo bastante curioso. Platanote es medio imbécil… o imbécil y medio, queda a gusto del consumidor.

John Manuel Silva mencionó en un post que la gente que está montada en el gobierno no es bruta ni incompetente, sino que tienen un plan para joderte la vida. Su argumento es válido, pero me permitiré ser un poco pretencioso y usarlo de pivote para desarrollar el mío. Si bien los que están montados tienen como objetivo supremo eternizarse en el poder y llenar sus cuentas bancarias suizas a costas de joder a todo un país, cada día que pasa queda más en evidencia la merma acelerada de facultad mental y/o capacidad cognitiva, así como una degeneración progresiva del lóbulo temporal del cerebro. Elaboraré un escenario bastante simple. (EDIT: simple un coño de la madre).

Imagínense que el régimen logra, como se propone, instalar máquinas de capta-huellas para absolutamente TODOS los establecimientos de venta de alimentos: supermercados (de cadena o independientes), mayoristas y minoristas. No incluyo a los mercados municipales, ni a los portugueses, ni a los chinos ni a las bodegas familiares, ya que son establecimientos muy heterogéneos en cuanto a la cantidad de personas que compra en ellos y de cajas que despachan, y también para facilitar mis paupérrimos cálculos. Muy bien, ahora asumamos que todos los establecimientos en los que ha sido instalada la infraestructura necesaria para fregar la paciencia (dígase aparatos capta-huellas, conexión a la base de datos del SAIME, internet, etc) tengan, en promedio, 15 cajas, todas funcionales, con personal y parafernalia tecnológica necesaria para operar (caja con computador integrado y conexión a una intranet). Ahora, para ser bastante simplistas, utilizaré para este escenario/caso de estudio las principales cadenas de supermercados del país: Central Madeirense, Plaza’s, Excelsior Gama, Unicasa, Makro y Bicentenario (sólo para ser justos con el gobierno). Todas estas cadenas, suman un total de 190 sucursales aproximadamente (si quieren fuentes busquen en Google, no sea flojos). Haciendo matemática básica (que ya está escaseando en las escuelas gracias a la magnífica gestión del gobierno robolucionario), la cuenta da que hay que instalar, en promedio, 2850 máquinas capta-huellas. Seré generoso, tomaré en cuenta casos bordes, y pondré que se tienen que poner 3000, porque este gobierno es generoso.

Buscando un poco por Amazon, me topé con una captahuella aparentemente confiable, certificada por el mismísimo FBI, cuyo precio, al momento de revisión, estaba en US$88,00 mas $9,49 por costos de envío, para un total US$97.49. Pero seré previsivo, y redondearé de una vez a 100 dolarucos, ya que los precios en Amazon suelen fluctuar y uno nunca sabe a cómo estarán las cosas al final. Asumiendo que el gobierno quiere adquirir un producto de calidad, el cual no haya que reemplazar ni hacerle mantenimiento (siguiendo la más antigua tradición venezolana de no hacer media mierda para que la vaina se mantenga), y recurriendo una vez más a la matemática simple, el costo de solamente adquirir los equipos sería de US$300.000,00. Trescientos mil billetes verdes del imperio mejmo. Una suma ridículamente irrisoria, si nos ponemos a ver lo que han desfalcado ciertos individuos de las arcas de la nación y comparando con los ingresos que ha tenido PDVSA durante 15 años de especulación petrolera y despilfarro dizque “socialista”, pero que de todas formas al gobierno le importará media bola gastar, ya que no tiene problemas para adquirir divisas a través de Cadivi/Cencoex/Sicad/Como-se-llame-la-mierda-ahora. De hecho, el gobierno puede adquirir la misma cantidad de aparatos por, pongamos, 2 millones de Washintons, sólo para asegurar un contrato productivo con alguna pequeña empresa importadora de algún individuo venezolano-americano. Una mano lava a la otra.

Ok, ahora que al gobierno le ha costado US$2 millones importar los capta-huellas, viene la logística para su instalación. Para ello, se utilizará un tajo de la nómina pública, que es casi 10% de la población -algo nada saludable para un país, pero al gobierno de aquí parece no importarle- y de los cuales un porcentaje casi nulo tiene la capacidad mental para trabajar de forma eficiente, coordinada y rápida, el tiempo en que se instalaría todos esos corotos sería de  3 meses, si utilizamos el método de guesstimating, que es el más utilizado en Venezuela para la ejecución de cualquier proyecto utópico y/o poco rentable. El gobierno tendrá que pagarle a esos empleados públicos su salario durante el tiempo que tarden instalando los aparatos y configurándolos, así que asumamos que por cada supermercado van 3 servidores públicos para instalar los vainolos; eso nos daría cerca de 570 funcionarios públicos, pero como siempre hay uno que “sabe más que todos”, vamos a redondear el número a 600. Como la nómina pública del nivel más bajo de la jerarquía suele recibir sueldo mínimo (Bs. 4251,40), el gobierno va a tener que gastar un total de Bs. 7.652.520,00 por los salarios… pero el gobierno es generoso, y como van a realizar una loable labor de magnitud suprema, les pagará 7 palos a cada uno, así que al final terminará gastando 12.6 millones bolívares para pagar salarios a este grupo de gente, que al final terminarán haciendo el trabajo a los coñazos en ese período de tiempo, para que las capta-huellas terminen dañadas y/o “extraviadas” a las 3 semanas de finalizada la instalación.

Muy bien, ahora que están un poco lerdos, iré al fondo del asunto. Un paquete de harina de maíz está regulado a Bs. 12,40. Esto significa que con lo que el gobierno se gastó (en este escenario hipotético) en instalar el mierdero de maquinitas, se pudo comprar poco más de UN (1) FUCKING MILLÓN de paquetes. Pero, siendo honesto, en un país normal, no se compraría el millón de paquetes de harina pan, sino que se inyecta ese dinero en los productores de maíz y en las empresas que procesan la harina para producir una cantidad mayor. Ahora, si vamos a lo que costaron las capta-huellas, si lo pasamos a dólar Sicad 2, el gobierno gastó 100 millones de bolívales. Eso es un platal, coño, demasiada plata, que bien puede invertirse en productores nacionales para garantizar el flujo de alimentos y colaborar con la recuperación del aparato económico, aunque sea un grano de arena en comparación con lo que en realidad se necesita.

Pero no, el gobierno es genial y quiere gastar un coñazo de rial en un montón de aparatejos que lo único que causarán será un coñazo, literal y figurado, de molestias, inconvenientes, arrechera y frustración, y que al final terminarán “dañándose” o “perdiéndose”, pero en realidad estarán circulando en el mercado negro, vendidos a precios de puta patria, porque el venezolano es vivo y cómodo y no le gusta trabajar un coño. Y al final el consumidor, el venezolano de a pie que pierde tiempo en la cola, bien gracias, conformes con su cola, su arrechera, su rollo de papel higiénico semanal y su cartón de huevo mensual (si es que hay).

Este caso hipotético lo planteé con algunas cadenas de supermercados. Pero como mencioné, existen más cosas, y en mayor cantidad. Y así como hay más de todas estas cosas, el régimen “gastará” más dinero para terminar de joderle la existencia a la gente. Y es aquí cuando se evidencia que la gente que está montada en el gobierno es bruta. Si la gente de este gobierno pensara en la cantidad de plata que tiene que gastar para joder a la gente, y lo comparase con la cantidad de plata que le queda para llenarse los bolsillo, simplemente se harían la vista gorda ante la escasez, dirían que la soberanía alimentaria es más fuerte que nunca, que la producción de alimentos revolucionaria avanza a paso de vencedores, que la deuda de las aerolíneas es un delirium tremens del imperio, y le seguirían echando mierda en la cara a la gente para ver si caen. Y lo mismo pasa con los medicamentos y cualquier cantidad de cosas que están escaseando y nos están jodiendo la vida.

Hoy la gente se queja de que no sube la gasolina pero si los alimentos. Mañana se quejarán de que no suben la luz, pero si suben la gasolina. Pasado mañana se quejarán de que no suben la luz, pero que si suben los precios de las clínicas. Y luego, se quejarán de que no suben los sueldos, pero si la luz. Y así vamos, poco a poco, comiéndonos la mierda que nos echa el gobierno, sin preocuparnos por analizar el por qué o el cómo, sin siquiera tomarnos la molestia de indignarnos como debe ser, porque llegó al Unicasa la harina pan, y vamos todos a poner el dedo para poder tener 8 paquetes este mes, y…

Dicen que “con el hambre de la gente no se juega”… pero parece que aquí tanto la gente como el Gobierno son demasiado brutos como para entender el significado real de esa frase. Aun cuando la gente esté consciente de que le están reventando el orto con el peo los alimentos, las medicinas, la delincuencia y cualquier otra vaina, la cantidad de mierda que ha recibido es tanta que parece no hallar otra opción sino conformarse con cualquier idiotez que le lancen.